
Los rezagos de la psicología experimental wundtiana, las primeras ciencias cognitivas, el darwinismo neural, las teorías de la mente, la consciencia primaria y superior, el mindfulness —y ahora la neurociencia— se han convertido en la nueva astrología y teorías new age de nuestros tiempos. Y ahora, frente a la data y el frío cálculo algorítmico —en clara contestación a la razón y la ciencia empírica—, esta fenomenología contemporánea está sirviendo como trampolín teórico y discursivo para la arquitectura y el urbanismo de hoy. La búsqueda de una «Ciudad Consciente» se da bajo los términos de la emoción y los sentimientos, de la empatía, del autocontrol o la resiliencia. Al parecer, la razón —junto a sus verdades— agotó sus recursos y nos ha defraudado, lo único que nos queda es la sensibilidad y la pasión. No nos interesa más saber el por qué de las cosas, ¿para qué? suficiente que nos hagan sentir bien. El sensocentrismo se expande hacia el colectivo y dentro de este delirio, la ciudad de pronto se convierte en un ser vivo poseedora de una ‘consciencia’ dispuesta a ser manipulada, transformada y hasta guiada hacia un bienestar común; al placer constante a través de sus calles, edificios, servicios y dinámicas. Y es que en una ciudad que no puede ser planificada y donde la complejidad de sus problemas exceden nuestra comprensión solo nos queda apelar a la magia y al buen deseo, al pensamiento positivo, la complacencia y satisfacción superfluas. Y si de paso organizamos eventos sobre el tema y cobramos la entrada, mucho mejor.
Autor | David Gutierrez | Arquitecto
fb: /davidgutierrezalfaro
ig: @dave.gutier
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