En la esquina de Mac Iver y Agustinas, en pleno Centro Patrimonial de Santiago, me encontré con este mural gigante del artista italiano Francesco Camillo Giorgino (Millo) realizado para el Festival ‘Hecho en Casa’ del año pasado. El Festival es auspiciado por la empresa privada y consiste cada año en traer a artistas internacionales para que realicen intervenciones artísticas en la ciudad.
Lo interesante de estas intervenciones en pleno centro de Santiago es que no salen de un pajazo de medianoche sino de un concepto mucho más elaborado. Millo desarrolla la idea del ‘punto de no retorno’ en que las ciudades han caído con respecto al cuidado del medio ambiente. La niña, que representa a las nuevas generaciones, abraza como protegiendo un tronco cortado y semi seco pero que aún mantiene las esperanzas de florecer. Millo utiliza blancos y negros para el fondo y sólo recurre al color para reforzar el mensaje central. La arquitectura republicana de Santiago es bastante gris y la ilustración contrasta con serenidad. La sobriedad de la intervención convierte la esquina en un lugar de reposo y descanso visual. El mural cuenta con detalles que van apareciendo mientras más tiempo se queda uno observándolo. La composición de la ilustración es vertical correspondiendo al canvas disponible y respetando los vanos del edificio. Adopta sus formas rectangulares y refuerzan el background de ciudad. No pretende destacar ni ocultar nada sino mimetizar con su entorno y revalorizar el espacio público. Invita a la reflexión. El artista lo idealizó como un regalo para la ciudad porque sabe que no perderá vigencia por muchos años.
Las intervenciones urbanas deben añadir siempre un valor adicional al espacio. Debe aportar. Tanto en estética como en mensaje. Sin un concepto sólido de fondo que vaya más allá de la alegoría y la cosmética no pasará de ser sólo un capricho. Efímero y con sentido sólo para el autor.
Autor: David Gutierrez | Arquitecto